lunes, 25 de mayo de 2009

ENTRE MUÑECOS, MIMBRE Y SONAJERO.

Con el permiso de Chache y Perico, recopilo estos escritos que forman parte de los sentimientos del encuentro, anécdotas, alegrías y tantos recuerdos compartidos, algunos junto a Fernando.

El pasado 10 de mayo, en un barcito de un soleado Madrid, Perico nos entrego un escrito, borrador de un trabajo que está preparando, como buscando sus raíces de poeta y que cerraba con una dedicatoria.

“Emilce y Roberto regresan a mi mente en oleadas, como efímeros susurros lejanos, como cantos de sirena, sin saber de donde provienen o a donde van… lejanos ausentes… presentes… Y el recuerdo comienza siempre con a misma imagen, ellos, adolescentes, tratando de abarcar el enorme tronco de eucalipto con un inútil con un inútil y esforzado abrazo intentando tocarse la punta de sus dedos pero no llegan, sus risas se entremezclan con el seseo de sus hojas movidas por la cálida brisa. El dialogo de las hojas y las risas se detienen, todo en silencio, quietud, como si el mismo aire se quedara asombrado al descubrir el placer de sus caras pegadas al grueso tronco. Todo deja de existir: sólo mejillas, tronco y piel. El mundo se calla casi al unísono, queda la frescura y la suavidad de la corteza fina, delgada, tan delgada que se asemeja a la piel de los delfines con sus manchones grises y blancos como pequeños islotes, continentes y galaxias despeluchadas y vuelan más allá del eucalipto. Delfines en plena pampa que absurdo, pero para ellos no, para ellos es un misterioso mapa por descifrar y la búsqueda los lleva a sentarse en una de las ramas bajas, fuertes brazos que invitan a proyectar futuros inmediatos… Cuando nos casemos te llevaré a ver el mar… Emilce le coge la mano en silencio con la madurez que dan los años, asintiendo lentamente con la cabeza quizás porque ya está sumergida entre los delfines o buscando la torre de la iglesia que nunca llegará a pisar de blanco… quizás de negro quizás… ¿Roberto recolectaste miel? Huy... no vamos, bajemos que ya es hora. Las hojas desperezan a los huesos de ambos y desmontan de los delfines y como oleadas se van perdiendo por el camino hacia las colmenas, como todas las tardes, como todos los años. El zumbido de las abejas hace adormecer la mitad de la pregunta: ¿De verdad me llevarás a zzzummmmm…?”

Para mi Querida Graciela y Norberto, esos seres que sí vieron el mar y también vieron la iglesia y el pasar de los años amándose con toda la sensibilidad que nos regala el alma. Gracias por tan linda visita, con tantos recuerdos… espero que se repita. Mariano.


Ese mismo día, Graciela le respondió lo siguiente:

Mi cabeza está llena de pájaros revoloteando, ellos en su vuelo se esfuerzan para que mis recuerdos de ayer, sean hoy, recuerdos vivos.

Al encontrarte, querido Perico y sacarlos del arcón de las cosas dormidas, hemos despertado, hemos palpitado cada instante de nuestra lejana infancia.

Debemos andar precavidos por la vida. Ella es una moneda con dos caras: en una está la imagen de la “frustración”, de todo lo que no pudimos remediar y que nos ha partido el alma, pero en la otra cara está la “esperanza”…. No olvidarlo nos mantendrá vivos.

Debemos entender que aunque uno haga mucho nunca será demasiado, no importa. Ninguno de nosotros es tan bueno como cuando nos elogian demasiado, ni tan malos como cuando nos critican sin piedad.

Haber encontrado en el arcón de los sueños dormidos a Fernando, es mágico. Pude abrazar a mi sobrino, hombre-niño y ese es el regalo que me ha dado esa moneda que vive en mi mente y en mi corazón, y a quien, empecinadamente, veo siempre del lado de la esperanza.

En mi mundo de mimbre y sonajero, guardaré los momentos que pasamos juntos los cuatro.

Te quiero, los quiero, espero darles pronto un abrazo de oso. Graciela.